Friday, April 22, 2011

Ensayo Autobiográfico


Hace unos anos cuando regrese a casa, después de dar vueltas alrededor del mundo me invitaron en la Navidad para hacerme entrega de un reconocimiento, por parte del Alcalde y la Presidenta del Gobierno Municipal. No le había dado mucho “cráneo” al significado de esta acción. Entiendo ahora que era que fue como cuando un general regresaba de una campaña , era la manera del pueblo decirme “bienvenido a casa”. Recuerdo que esa noche al expresar unas palabras de agradecimiento proclame “yo soy hijo de la raíz de la mata Cayeyana”.  Dije ésas palabras lleno de emoción, pero no entendí en aquel entonces su significado.

En los últimos años  he estado tratando de entender el porque unas personas se afectan mas y otras menos al afrontar un desastre natural. No fue hasta el 2005 que encontré un articulo que comenzó a arrojar luz a la pregunta que me ocupaba. Hablaba la autora de que el sufrir la secuela de un desastre se podía comparar con  el golpe físico que sufría una raíz cuando una planta era desterrada.

Me puse a estudiar la etiología de las plantas. Aprendí que las raíces se convertían en el conducto de vida de una planta. Recibían agua y nutrientes. Dependiendo de el terreno podían ser largas o cortas, gruesas o delgadas.  Era la parte, que bajo tierra, tenia que hacer florecer a la planta sobre la tierra, desde donde obtenía luz, agua y el viento que sirve como agente catalítico para la polinización.

Este proceso explicaba mi proceso, o sea, yo como hombre en un lugar. En este caso Joe en Cayey. Me críe en el campamento Henry Barracks donde sirvieron mi papa y mi abuelo. Fui a las escuelas publicas. Una tarde venia de la tienda de Don Flor, cerca de donde estaba la Guardia Nacional en Palo Seco, cuando mi mama me gritaba que avanzara, que me tenia que decir algo importante. Cunado entre a la casa en el balcón estaban mi mama y mi abuelo. “Tu papa nos mando a buscar y nos vamos para Francia en dos semanas.”  Al otro día nos fuimos en carro publico hasta el Sears de Hato Rey para comprarnos “coats”, y una muda de ropa caliente. Con la acción lejana de mi padre y las palabras de mi madre mi vida cambiara para siempre.

En menos de catorce día, un terrible desastre ocurriría en mi vida, mis raíces serian arrancadas de los terrenos fértiles del campamento y del pueblo de Cayey, yo estaba destinado a sufrir como muchos cientos de personas que fueron forzadas a emigrar, mis raíces fueron arrancadas.  Mis raíces experimentaron una fuerte sacudida. El hijo de la raíz de la mata, estaba por sucumbir, y lo hacia abajo la ignorancia aprendida, cuando creyó las palabras de los adultos “aquella tierra es mejor, aquellas experiencias son mas buenas, vas a aprender en cantidad”. Pronto aprendí que lo que se aprende es en medida a la necesidad de sobrevivir—cuando en terreno inhóspito y hostil, las raíces son mas largas, mas gruesas, mas ásperas, mas oportunistas. Las hojas son mas pequeñas y las ramas tienen espinas.

El ser humano es igual a las plantas, pude aprender, tiene un apego a su ambiente, es a través de este que crecen, se propagan, y se convierten en bellas flores o arbustos en la campiña con quien comparten su belleza espiritual, psicológica, y física.   

La raíces crecen con el tiempo, y se interconectan con otras raíces en el lugar. Las hojas secas se convierten en estiércol y el sol, la sombra, y el aire crean el ambiente en que se desarrollan. Los seres humanos crean su hogar, su barrio, su comunidad en una interacción dinámica entre la necesidades psicológicas y las estructuras físicas naturales en el lugar.

En dos años regresamos a Cayey. Me di cuenta que en mi pueblo podía estar mas relajado, me sentía mas cómodo, mimado, amado y querido. Mi lugar, mi hogar, mi pueblo tenia una connotación espiritual y emocional.  Cuando regresamos mi mama mando a hacer una casa al lado de la de mi abuela. Este cambio  mostraba nuestra auto identidad. Ya tenia once años, el contexto de mi vida había cambiado, había aprendido un gran lección, ya tenia un profundo sentido de pertenencia y apego, era miembro de un grupo, pertenecía a una geografía particular.   

Desde aquella primera vez, he tenido que echar raíces en varios lugares y en varios países. Al regresar esta ultima vez, con mi identidad de Cayeyano, con una historia común con todos en mi pueblo, como miembro  de varios grupos: mi clase, mi iglesia, mi profesión, y mi devoción.  Entendí que tenia una auto-identidad, que era independiente de los que se quedaron, y que tenia un hogar en mi pueblo.

Yo soy Cayeyano, hijo de la raíz de la mata, parte de un sentir colectivo de lugar y que tengo una ubicación, una localización y unos deberes para con mi sociedad. Soy parte de algo mas que un punto geográfico en el mapa, pertenezco al lugar que me vio nacer donde puedo reducir mis niveles de estrés y lograr bienestar psicológico, social y espiritual.

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