Wednesday, June 1, 2011


El método no importa es el producto final

Joseph O. Prewitt Díaz[1] PhD

El en 2001, tuve la oportunidad de trabajar con las viudas musulmanas sobrevivientes de las reyertas raciales en Ahmadabad, Gujarat, India. Ante la muerte de los jefes de familia y los jóvenes los sobrevivientes se mudaron a los cementerios. Estaba a cargo de un pequeño contingente de cinco voluntarios que proveían apoyo psicológico y espiritual.

Comencé a  visitar a esta familia donde la Señora no hablaba desde hacia tres semanas cuando le mataron a su esposo, hijo y varios familiares. No comía, no bebía, no hablaba, solamente miraba  a lo lejos y de vez en cuando se le oía llorar.

Como no hablaba su idioma, mientras los interpretes hablaban con otros miembros de la familia, yo me sentaba a su lado y le pasaba un paño con agua fría por la cara y el cuello. Le sostenía la mano por un periodo largo de tiempo, un día note que comenzó a mirarme cuando yo llegaba y me seguía con la vista por todo el lugar. Comencé a hacer un fuego y calentarle te con leche. Luego me sentaba a su lado y se lo daba con un cuchara. A principio no era reactiva, pero con el tiempo acepto el te.

Hablando con su hija le pregunte que le gustaba hacer a la Señora. Me dijo que le gustaban las flores. Al próximo día conseguí una planta en un tiesto y se la puse a su lado, le tomaba de la mano y lograba que ella tocara el tiesto, la tierra y eventualmente el tallo. El próximo paso fue sacarla de su caseta de campana a un espacio donde trajimos seis matas en tiestos. Un día vi en sus labios una pequeña sonrisa.

Decidí que había llegado el momento de motivarla a que re-sembrara las matas de los tiestos a un pequeño huerto al lado de su caseta. Movimos a la Señora cerca del tiesto. A principio trate de que ella hiciera el trabajo, pero se resistió. Así que comencé a hacer hoyos, les eche agua, saque la mata del tiesto, la sembré, y le puse arena a su alrededor. La Señora y un sonido que no entendí, de momento levanto su brazo y hablo a su hija. La hija fue a buscar algo. La Señora se viro al interprete y le dijo varias oraciones en su idioma: Gujarati. El interprete me dijo: “Sahib, por favor échese a un lado, ella quiere sembrar las matas”.

La Señora comenzó a sembrar y a hablar con la hija y el interprete. Todos se echaron a reír. El interprete, muy tímido me dijo: “Sahib, la Señora dice que usted es muy buen amigo, pero no sabe nada de plantas.”   Ella se puso de pie y yo también, me dio un abrazo y me repitió al oído “eres un buen amigo, pero no sabes nada de plantas.”  Se fue caminando a hablar con sus amigas como si nada hubiese ocurrido. La Señora había superado su crisis.

La ultima vez que vi a mi nueva amiga fue en febrero de 2008, seis anos después del terrible evento. Todavía visualizo ese momento, levanto sus manos al cielo y me dijo “Shukria, Shukria!”


[1]. El Dr. Prewitt Díaz es Profesor Visitante y Director del Centro de Estudio sobre la Ley y en desastre. Escuela de Derecho, Universidad de Puerto Rico.  Fue galardonado por la Asociación Nacional de Psicólogos de los Estados Unidos con el Premio Internacional Humanitario.

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